Las mujeres, por su parte, deben ser honestas, y no calumniadoras, sino sobrias y fieles en todo.
Los diáconos deben tener una sola esposa, y gobernar bien a sus hijos y sus casas,
pues los que ejercen bien el diaconado ganan para sà mismos un grado honroso y mucha confianza en la fe que es en Cristo Jesús.
Aunque tengo la esperanza de ir pronto a visitarte, te escribo esto
para que, si me tardo, sepas cómo conducirte en la casa de Dios, que es la iglesia del Dios viviente, columna y baluarte de la verdad.
Indiscutiblemente, el misterio de la piedad es grande:Dios fue manifestado en carne,Justificado en el EspÃritu,Visto de los ángeles,Predicado a las naciones,CreÃdo en el mundo,Recibido arriba en gloria.