Por lo demás, hermanos, gócense en el Señor. A mà no me molesta escribirles las mismas cosas, y para ustedes es mejor.
Tengan cuidado de los perros, cuÃdense de los malos obreros y de los que mutilan el cuerpo.
Porque nosotros somos la circuncisión; somos los que servimos a Dios en el EspÃritu, los que nos gloriamos en Cristo Jesús y no ponemos nuestra confianza en la carne.
Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo alcanzado ya; pero una cosa sà hago: me olvido ciertamente de lo que ha quedado atrás, y me extiendo hacia lo que está adelante;
¡prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús!