Ustedes son testigos de esas grandes pruebas y señales y maravillas.
Pero hasta este dÃa el Señor no les ha dado la capacidad de entender, ni de ver ni de oÃr.
Durante cuarenta años yo los he conducido por el desierto, y ni la ropa ni las sandalias que llevan puestas se les han gastado,
y para que sepan que yo soy el Señor su Dios, tampoco han tenido que comer pan ni beber vino o sidra.
Cuando ustedes llegaron a este lugar, el rey Sijón de Jesbón y el rey Og de Basán nos salieron al encuentro para pelear contra nosotros, y los derrotamos;
»Ustedes saben cómo vivÃamos en Egipto, y cómo hemos pasado por en medio de las naciones que hemos encontrado a nuestro paso;
ustedes han visto sus hechos repugnantes, y los Ãdolos de madera, piedra, plata y oro, que tienen consigo.
No vaya a ser que alguno de ustedes, hombre o mujer, familia o tribu, aparte hoy su corazón del Señor nuestro Dios y vaya y sirva a los dioses de esas naciones. No vaya a ser que haya entre ustedes alguna raÃz que produzca hiel y ajenjo,
(toda su tierra será calcinada con azufre y sal; no será sembrada ni producirá nada, ni crecerá en ella hierba alguna, como sucedió en la destrucción de Sodoma y de Gomorra, y de Adma y de Zeboyin, a las que el Señor destruyó en el furor de su ira);
Y se les responderá: “Es que se apartaron del pacto que el Señor, el Dios de sus padres, concertó con ellos cuando los sacó de Egipto,
y fueron y sirvieron a dioses ajenos, y se inclinaron ante ellos. Eran dioses que nunca antes conocieron, y que nada les habÃan dado.
Por eso se encendió la ira del Señor contra esta tierra, y trajo sobre ella todas las maldiciones escritas en este libro.
El Señor los desarraigó de su tierra con gran ira, furor e indignación, y los expulsó a otro paÃs, como hoy se puede ver.â€
»Las cosas secretas pertenecen al Señor nuestro Dios, pero las reveladas son para nosotros y para nuestros hijos para siempre, para que cumplamos todas las palabras de esta ley.