¿Busco acaso el favor de la gente, o el favor de Dios? ¿O trato acaso de agradar a la gente? ¡Si todavÃa buscara yo agradar a la gente, no serÃa siervo de Cristo!
Pero les hago saber, hermanos, que el evangelio anunciado por mà no sigue criterios humanos,
pues yo no lo recibà ni lo aprendà de nadie, sino que Jesucristo me lo reveló.
Porque ya han oÃdo ustedes hablar de cuál era mi conducta antes, en el judaÃsmo, cuando perseguÃa y asolaba sobremanera a la iglesia de Dios.
En el judaÃsmo, yo aventajaba en mi nación a muchos de mis contemporáneos, y era mucho más celoso de las tradiciones de mis padres.