El celo que muestro por ustedes proviene de Dios; ustedes son como una doncella pura, a la que he comprometido en matrimonio con un solo esposo, que es Cristo.
porque si alguno llega predicando a un Jesús diferente del que les hemos predicado, o si ustedes reciben a otro espÃritu diferente del que han recibido, u otro evangelio diferente del que han aceptado, ustedes lo toleran bien.
Pero yo considero que en nada he sido inferior a esos grandes apóstoles.
Tal vez sea yo torpe al hablar, pero no lo soy en cuanto al conocimiento; de esto les hemos dado muestra en todo y por todo.
¿Acaso cometà un pecado al humillarme a mà mismo y al predicarles el evangelio de Dios gratuitamente, para que ustedes fueran enaltecidos?
He despojado a otras iglesias, al recibir un salario para servirles a ustedes.
Ustedes, aunque cuerdos, toleran de buena gana a los necios.
Toleran a quienes los esclavizan, a quienes los devoran, a quienes les quitan lo suyo, a quienes se sienten importantes, a quienes les dan de bofetadas.
¿Son ministros de Cristo? (Hablo como si estuviera loco.) Yo lo soy más. Mis trabajos son más abundantes; mis azotes, innumerables; mis encarcelamientos, muchos más; muchas veces he estado en peligro de muerte.
Cinco veces he recibido de los judÃos treinta y nueve azotes;
Tres veces he sido azotado con varas; una vez he sido apedreado; tres veces he padecido naufragio; una noche y un dÃa he estado como náufrago en alta mar.
Son muchas las veces que he estado de viaje corriendo peligros de rÃos, peligros de ladrones, peligros de mi propia gente, peligros de los no judÃos, peligros en la ciudad, peligros en el desierto, peligros en el mar, peligros entre falsos hermanos.
He pasado por muchos trabajos y fatigas; muchas veces me he quedado sin dormir; he sufrido de hambre y de sed; muchas veces no he comido, y he pasado frÃo y desnudez.
Además de todo esto, lo que cada dÃa pesa sobre mà es la preocupación por todas las iglesias.