para que la justicia de la ley se cumpliera en nosotros, que no seguimos los pasos de nuestra carne, sino los del EspÃritu.
Porque los que siguen los pasos de la carne fijan su atención en lo que es de la carne, pero los que son del EspÃritu, la fijan en lo que es del EspÃritu.
Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del EspÃritu es vida y paz.
Las intenciones de la carne llevan a la enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden;
además, los que viven según la carne no pueden agradar a Dios.
Asà que, hermanos, tenemos una deuda pendiente, pero no es la de vivir en conformidad con la carne,
porque si ustedes viven en conformidad con la carne, morirán; pero si dan muerte a las obras de la carne por medio del EspÃritu, entonces vivirán.
Porque los hijos de Dios son todos aquellos que son guiados por el EspÃritu de Dios.
Pues ustedes no han recibido un espÃritu que los esclavice nuevamente al miedo, sino que han recibido el espÃritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!
El EspÃritu mismo da testimonio a nuestro espÃritu, de que somos hijos de Dios.