Cada uno de nosotros debe agradar a su prójimo en lo que es bueno, con el fin de edificarlo.
Porque ni aun Cristo se agradó a sà mismo sino que, como está escrito: «Las ofensas de los que te insultaban cayeron sobre mÃ.»
Las cosas que se escribieron antes, se escribieron para nuestra enseñanza, a fin de que tengamos esperanza por medio de la paciencia y la consolación de las Escrituras.
Que el Dios de la paciencia y de la consolación les conceda a ustedes un mismo sentir, según Cristo Jesús,
para que todos juntos y a una sola voz glorifiquen al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo.
Pues les digo que Cristo Jesús vino a ser siervo de los judÃos para mostrar la verdad de Dios, para confirmar las promesas hechas a nuestros antepasados,
¡Que el Dios de la esperanza los llene de todo gozo y paz en la fe, para que rebosen de esperanza por el poder del EspÃritu Santo!
Estoy seguro, hermanos mÃos, de que ustedes mismos están llenos de bondad y de todo conocimiento, de tal manera que pueden amonestarse unos a otros.
Pero les he escrito con toda franqueza, como para hacerles recordar, por la gracia que Dios me ha dado,
para ser ministro de Jesucristo a los no judÃos y ministrarles el evangelio de Dios, para que ellos sean una ofrenda agradable a Dios, santificada por el EspÃritu Santo.