Paul, an apostle of Jesus Christ by the will of God, and Timothy our brother, unto the church of God which is at Corinth, with all the saints which are in all Achaia:
Entonces Pedro, lleno del EspÃritu Santo, les dijo: «Gobernantes y ancianos del pueblo:
Ya que hoy se nos interroga acerca del beneficio otorgado a un hombre enfermo, y de cómo fue sanado,
sepan todos ustedes, y todo el pueblo de Israel, que este hombre está sano en presencia de ustedes gracias al nombre de Jesucristo de Nazaret, a quien ustedes crucificaron y a quien Dios resucitó de los muertos.
Este Jesús es la piedra que ustedes, los edificadores, rechazaron, y que no obstante ha llegado a ser la piedra angular.
En ningún otro hay salvación, porque no se ha dado a la humanidad ningún otro nombre bajo el cielo mediante el cual podamos alcanzar la salvación.»
Al ver el valor de Pedro y de Juan, y como sabÃan que ellos eran gente del pueblo y sin mucha preparación, se maravillaban y les reconocÃan que habÃan estado con Jesús.
Y al ver junto a ellos al hombre que habÃa sido sanado, no pudieron decir nada en su contra,
pero les ordenaron que salieran del concilio para poder dialogar entre sÃ.
Porque nosotros no podemos dejar de hablar acerca de lo que hemos visto y oÃdo.»
Entonces ellos los dejaron en libertad, no sin antes amenazarlos, pues no hallaron ningún modo de castigarlos. Y es que temÃan al pueblo, porque todos glorificaban a Dios por lo sucedido.
Y el hombre que habÃa sido sanado milagrosamente tenÃa más de cuarenta años.
Una vez que fueron puestos en libertad, ellos se fueron con los suyos y les contaron todo lo que los principales sacerdotes y los ancianos les habÃan dicho.
Al oÃrlos, todos juntos elevaron sus voces a Dios y dijeron: «Soberano Señor, tú creaste el cielo y la tierra, y el mar y todo lo que hay en ellos;
Los reyes de la tierra se reunieron,y los prÃncipes se confabularon,contra el Señor, y contra su Cristo.
»Es un hecho que Herodes y Poncio Pilato, junto con los no judÃos y el pueblo de Israel, se reunieron en esta ciudad en contra de tu santo Hijo y ungido, Jesús,
para hacer todo lo que, por tu poder y voluntad, ya habÃas determinado que sucediera.
Ahora, Señor, mira sus amenazas, y concede a estos siervos tuyos proclamar tu palabra sin ningún temor.
Cuando terminaron de orar, el lugar donde estaban congregados se sacudió, y todos fueron llenos del EspÃritu Santo y proclamaban la palabra de Dios sin ningún temor.
Todos los que habÃan creÃdo eran de un mismo sentir y de un mismo pensar. Ninguno reclamaba como suyo nada de lo que poseÃa, sino que todas las cosas las tenÃan en común.
Y los apóstoles daban un testimonio poderoso de la resurrección del Señor Jesús, y la gracia de Dios sobreabundaba en todos ellos.
Y no habÃa entre ellos ningún necesitado, porque todos los que poseÃan terrenos o casas, los vendÃan, y el dinero de lo vendido lo llevaban