Y Pablo respondió: «Yo estoy ante el tribunal del emperador, y es en este tribunal donde debo ser juzgado. Como tú bien sabes, en nada he agraviado a los judÃos.
Si he cometido algo que merezca la pena de muerte, no me rehúso a morir. Pero si las acusaciones que se me hacen no tienen sustento, nadie puede entregarme a ellos. ¡Yo apelo al emperador!»
Yo les respondà que los romanos no acostumbran condenar a muerte a nadie, si quienes lo acusan no están presentes. Es decir, para que el acusado pueda defenderse.
pero Pablo pidió ser retenido y apelar a que el emperador mismo conociera su caso. Entonces di órdenes de que lo custodiaran mientras lo remitÃa al emperador.»
Al dÃa siguiente, Agripa y Berenice se presentaron en medio de gran ostentación, y entraron en la audiencia con los tribunos y los principales hombres de la ciudad. Festo mandó entonces que llevaran a Pablo,