Though I walk in the midst of trouble, thou wilt revive me: thou shalt stretch forth thine hand against the wrath of mine enemies, and thy right hand shall save me.
Cuando Pablo se dio cuenta de que una parte del concilio era de saduceos y otra de fariseos, alzó la voz y dijo: «Hermanos, yo soy fariseo, y soy hijo de un fariseo. Se me está juzgando porque espero la resurrección de los muertos.»
En cuanto dijo esto, se suscitó una discusión entre los fariseos y los saduceos, y la asamblea se dividió.
Y es que los saduceos dicen que no hay resurrección, ni ángeles, ni espÃritus; pero los fariseos sà creen en todo esto.
Se levantó entonces una griterÃa, y los escribas que apoyaban a los fariseos se levantaron a protestar: «No vemos que este hombre haya cometido ningún crimen. ¡Puede haberle hablado un espÃritu o un ángel!
Y como la discusión iba en aumento, el tribuno temÃa que fueran a despedazar a Pablo, asà que mandó que los soldados bajaran y lo quitaran de en medio, y se lo llevaran a la fortaleza.
Al amanecer, los judÃos se reunieron para conspirar, y bajo maldición se comprometieron a no comer ni beber hasta darle muerte a Pablo.
Los que hicieron este juramento eran más de cuarenta;
fueron ante los principales sacerdotes y los ancianos, y les dijeron: «Nosotros hemos jurado, bajo maldición, que no comeremos nada hasta que hayamos matado a Pablo.
El joven le dijo: «Los judÃos han acordado pedirte que lleves mañana a Pablo ante el concilio, porque le quieren preguntar algunas cosas.
Pero no les creas, porque más de cuarenta de sus hombres lo esperan para matarlo. Han jurado, bajo maldición, que no comerán ni beberán nada hasta haberlo matado. Están dispuestos a hacerlo, y sólo esperan que hagas venir a Pablo.»
El tribuno despidió al joven y le mandó que no dijera nada a nadie del aviso que le habÃa dado.
El tribuno llamó a dos centuriones y les mandó que para las nueve de esa noche prepararan a doscientos soldados, setenta jinetes y doscientos lanceros, pues irÃan hasta Cesarea;
Allà me di cuenta de que lo acusaban por cuestiones de su ley, pero que no habÃa cometido ningún delito que mereciera la muerte o la cárcel.
Luego me avisaron de que los judÃos le habÃan preparado una emboscada, y por eso ahora te lo envÃo. Les he exigido a sus acusadores que traten en tu presencia lo que tengan en su contra.»
Siguiendo la orden que habÃan recibido, los soldados tomaron a Pablo y lo llevaron de noche a AntÃpatris.