El primer dÃa de la semana los discÃpulos se reunieron para partir el pan, y Pablo estuvo enseñándoles. Pero como tenÃa que salir al dÃa siguiente, alargó su discurso hasta la medianoche.
En el aposento alto donde se habÃan reunido habÃa muchas lámparas.
Un joven que se llamaba Eutico estaba sentado en la ventana del tercer piso. Como Pablo se extendió demasiado en su predicación, a Eutico lo venció el sueño y se cayó, asà que cuando lo levantaron estaba muerto.
a no ser lo que el EspÃritu Santo me ha confirmado en todas las ciudades, de que me esperan cárceles y tribulaciones.
Pero eso a mà no me preocupa, pues no considero mi vida de mucho valor, con tal de que pueda terminar con gozo mi carrera y el ministerio que el Señor Jesús me encomendó, de hablar del evangelio y de la gracia de Dios.
Ahora los encomiendo a Dios y a su palabra de bondad, la cual puede edificarlos y darles la herencia prometida con todos los que han sido santificados.
Nunca he codiciado la plata ni el oro ni el vestido de nadie.
Bien saben ustedes que mis manos me han servido para ganar lo que nos faltaba a mà y a los que están conmigo.