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Después de estas cosas, Jesús andaba en Galilea; no querÃa andar en Judea porque los judÃos procuraban matarlo.
Como ya estaba cerca la fiesta de los judÃos, la de las enramadas,
sus hermanos le dijeron: «Sal de aquà y vete a Judea, para que también tus discÃpulos vean las obras que haces.
Porque ninguno que procura darse a conocer hace algo en secreto. Ya que haces estas cosas, manifiéstate al mundo.»
Y es que ni siquiera sus hermanos creÃan en él.
Entonces Jesús les dijo: «Para mÃ, el momento aún no ha llegado; para ustedes, cualquier momento es siempre bueno.
El mundo no puede odiarlos a ustedes; pero a mà me odia, porque yo hago constar que sus obras son malas.
Vayan ustedes a la fiesta; yo no iré todavÃa a esa fiesta, porque el momento para mà aún no ha llegado.»
Después de decirles esto, se quedó en Galilea.
Pero después de que sus hermanos se fueron, también él fue a la fiesta, aunque no abiertamente, sino como en secreto.
Los judÃos lo buscaban en la fiesta, y decÃan: «¿Y dónde está ése?»
También la multitud murmuraba mucho acerca de él. Algunos decÃan: «Él es una buena persona», pero otros decÃan: «No lo es, sino que engaña a la gente»,
aunque por miedo a los judÃos ninguno hablaba abiertamente de él.
A la mitad de la fiesta, Jesús fue al templo y comenzó a enseñar.
Y los judÃos se asombraban, y decÃan: «¿Cómo es que éste sabe de letras, sin haber estudiado?»
Jesús les respondió: «Esta enseñanza no es mÃa, sino de aquel que me envió.
El que quiera hacer la voluntad de Dios, sabrá si la enseñanza es de Dios, o si yo hablo por mi propia cuenta.
El que habla por su propia cuenta, busca su propia gloria; pero el que busca la gloria del que lo envió, éste es verdadero, y en él no hay injusticia.
¿Acaso no les dio Moisés la ley, y ninguno de ustedes la cumple? ¿Por qué procuran matarme?»
La multitud le respondió: «Tienes un demonio. ¿Quién procura matarte?»
Jesús les respondió: «Hice una obra, ¡y todos se quedan asombrados!
Por cierto, Moisés les dio la circuncisión (no porque sea de Moisés, sino de los padres), ¡y en el dÃa de reposo ustedes circuncidan al hombre!
Si para no quebrantar la ley de Moisés, el hombre es circuncidado en el dÃa de reposo, ¿por qué ustedes se enojan conmigo por sanar completamente a un hombre en el dÃa de reposo?
Sean justos en sus juicios, y no juzguen según las apariencias.»
Algunos de Jerusalén decÃan: «¿Qué, no es éste al que buscan para matarlo?
Pero véanlo hablar tranquilamente, y nadie le dice nada. ¿Será que en verdad las autoridades han reconocido que éste es el Cristo?
Bien sabemos de dónde viene éste, pero cuando venga el Cristo nadie sabrá de dónde viene.»
Mientras Jesús enseñaba en el templo, exclamó: «A mà me conocen, y saben de dónde soy, y que no he venido por mi cuenta; pero el que me envió, a quien ustedes no conocen, es verdadero.
Yo sà lo conozco, porque de él procedo, y él fue quien me envió.»
Y aunque procuraban aprehenderlo, ninguno le puso la mano encima, porque su hora aún no habÃa llegado.
Pero muchos de la multitud creyeron en él, y decÃan: «El Cristo, cuando venga, ¿hará más señales que las que éste hace?»
Los fariseos oyeron que la gente murmuraba estas cosas acerca de él; entonces los principales sacerdotes y los fariseos enviaron guardias para que lo arrestaran.
Pero Jesús dijo: «Voy a estar con ustedes un poco más de tiempo, y luego volveré al que me envió.
Ustedes me buscarán, pero no me hallarán; a donde yo voy a estar, ustedes no podrán venir.»
Los judÃos dijeron entre sÃ: «¿Y a dónde se irá éste, que no podremos hallarlo? ¿Acaso se irá a los que andan dispersos entre los griegos, para enseñar a los griegos?
¿Qué significa esto de que: “Me buscarán, pero no me hallaránâ€; y de que: “A donde yo voy a estar, ustedes no podrán venirâ€?»
En el último y gran dÃa de la fiesta, Jesús se puso en pie y en voz alta dijo: «Si alguno tiene sed, venga a mà y beba.
Del interior del que cree en mÃ, correrán rÃos de agua viva, como dice la Escritura.»
Jesús se referÃa al EspÃritu que recibirÃan los que creyeran en él. El EspÃritu aún no habÃa venido, porque Jesús aún no habÃa sido glorificado.
Algunos de la multitud, al oÃr estas palabras, decÃan: «En verdad, éste es el profeta.»
Otros decÃan: «Éste es el Cristo.» Pero algunos otros decÃan: «¿Y de Galilea habrÃa de venir el Cristo?
¿Acaso no dice la Escritura que el Cristo será descendiente de David, y que vendrá de la aldea de Belén, de donde era David?»
Y por causa de él hubo disensión entre la gente.
Algunos de ellos querÃan aprehenderlo; pero ninguno le puso la mano encima.
Los guardias fueron adonde estaban los principales sacerdotes y los fariseos, y éstos les dijeron: «¿Por qué no lo han traÃdo?»
Los guardias respondieron: «¡Nunca antes alguien ha hablado como este hombre!»
Pero los fariseos les respondieron: «¿También ustedes han sido engañados?
¿Acaso ha creÃdo en él alguno de los gobernantes, o de los fariseos?
Pero esta gente, que no conoce la ley, está bajo maldición.»
Nicodemo, que habÃa ido a hablar con Jesús de noche y era uno de ellos, les dijo:
«¿Acaso nuestra ley juzga a un hombre sin antes oÃrlo y sin saber lo que ha hecho?»
Los fariseos le respondieron: «¿Qué, también tú eres galileo? Escudriña y verás que de Galilea nunca ha surgido un profeta.»
Cada uno se fue a su casa,
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