Likewise the Spirit also helpeth our infirmities: for we know not what we should pray for as we ought: but the Spirit itself maketh intercession for us with groanings which cannot be uttered.
Cuando el dÃa comenzó a declinar, los discÃpulos se acercaron a Jesús y le dijeron: «Despide a la gente, para que vayan a las aldeas y campos vecinos, y busquen comida y alojamiento, porque aquà no hay nada.»
Jesús les dijo: «Denles ustedes de comer.» Pero ellos respondieron: «No tenemos más que cinco panes y dos pescados, a no ser que vayamos a comprar alimentos para toda esta multitud.»
Allà habÃa como cinco mil personas. Y Jesús dijo a sus discÃpulos: «Hagan que la gente se siente en grupos de cincuenta personas.»
Los discÃpulos lo hicieron asÃ, y todos se sentaron.
Jesús tomó entonces los cinco panes y los dos pescados y, levantando los ojos al cielo, los bendijo, los partió, y se los dio a sus discÃpulos para que ellos los repartieran entre la gente.
Y todos comieron y quedaron satisfechos; y de lo que sobró recogieron doce cestas.
Ellos respondieron: «Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, que ElÃas; y otros más, que eres alguno de los antiguos profetas que ha resucitado.»
Y mientras decÃa esto, una nube los cubrió, y tuvieron miedo de entrar en la nube.
Entonces, desde la nube se oyó una voz que decÃa: «Éste es mi Hijo amado. ¡Escúchenlo!»
Cuando la voz cesó, Jesús se encontraba solo. Pero ellos mantuvieron esto en secreto y, durante aquellos dÃas, no le dijeron a nadie lo que habÃan visto.
Al dÃa siguiente, cuando bajaron del monte, una gran multitud les salió al encuentro,
y con fuerte voz un hombre de la multitud le dijo: «Maestro, te ruego que veas a mi hijo. ¡Es el único hijo que tengo!
Mientras el muchacho se acercaba, el demonio lo derribó y lo sacudió con violencia, pero Jesús reprendió al espÃritu impuro, sanó al muchacho, y se lo entregó a su padre.
Y todos se admiraban de la grandeza de Dios.
«Pongan mucha atención a estas palabras: El Hijo del Hombre será entregado a los poderes de este mundo.»
les dijo: «Cualquiera que reciba a un niño asà en mi nombre, me recibe a mÃ; y cualquiera que me recibe a mÃ, recibe al que me envió. Porque el más insignificante entre todos ustedes, es el más grande de ustedes.»
Entonces Juan le dijo: «Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre, pero se lo prohibimos, porque no anda con nosotros.»
Jesús le dijo: «No se lo prohÃban, porque el que no está contra nosotros, está a favor de nosotros.»
Al ver esto, sus discÃpulos Jacobo y Juan dijeron: «Señor, ¿quieres que mandemos que caiga fuego del cielo, como hizo ElÃas, para que los destruya?»