En cierto dÃa de reposo, al pasar Jesús por los sembrados, sus discÃpulos iban arrancando espigas y desgranándolas con las manos, para comerse el grano.
Pues entró en la casa de Dios y tomó los panes de la proposición, que sólo a los sacerdotes les es permitido comer. Y comió David, y los compartió con sus acompañantes.»
Jesús miró a sus discÃpulos y les dijo: «Bienaventurados ustedes los pobres, porque el reino de Dios les pertenece.
»Bienaventurados ustedes los que ahora tienen hambre, porque serán saciados. Bienaventurados ustedes los que ahora lloran, porque reirán.
»Bienaventurados serán ustedes cuando, por causa del Hijo del Hombre, la gente los odie, los segregue, los vitupere, y menosprecie su nombre como algo malo.
»Pero ¡ay de ustedes los ricos!, porque ya han recibido su consuelo.
»¡Ay de ustedes, los que ahora están satisfechos!, porque habrán de pasar hambre.»¡Ay de ustedes, los que ahora rÃen!, porque habrán de llorar y de lamentarse.
»¡Ay de ustedes, cuando todos los alaben!, porque lo mismo hacÃan con los falsos profetas los antepasados de esta gente.
»A ustedes, los que me escuchan, les digo: Amen a sus enemigos, hagan bien a quienes los odian,
bendigan a quienes los maldicen, y oren por quienes los calumnian.
»Ningún árbol bueno produce frutos malos, ni tampoco un árbol malo produce frutos buenos.
Porque cada árbol se conoce por su fruto. No se cortan higos de los espinos, ni se vendimian uvas de las zarzas.
El hombre bueno, saca lo bueno del buen tesoro de su corazón. El hombre malo, saca lo malo del mal tesoro de su corazón; porque de la abundancia del corazón habla la boca.
Es como quien, al construir una casa, cava hondo y pone los cimientos sobre la roca. En caso de una inundación, si el rÃo golpea con Ãmpetu la casa, no logra sacudirla porque está asentada sobre la roca.
Pero el que oye mis palabras y no las pone en práctica, es como quien construye su casa sobre el suelo y no le pone cimientos. Si el rÃo golpea con Ãmpetu la casa, la derrumba y la deja completamente en ruinas.»