Pues si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre celestial dará el EspÃritu Santo a quienes se lo pidan!»
Jesús estaba expulsando un demonio que habÃa dejado mudo a un hombre, y cuando el demonio salió, el mudo comenzó a hablar y la gente quedó asombrada.
Pero algunos dijeron: «Éste expulsa a los demonios por el poder de Beelzebú, prÃncipe de los demonios.»
Otros, para ponerlo a prueba, le pedÃan alguna señal del cielo.
Mientras Jesús decÃa esto, una mujer de entre la multitud levantó la voz y le dijo: «¡Dichoso el vientre que te dio a luz, y los senos que te amamantaron!»
Jesús respondió: «Más bien, dichosos los que escuchan la palabra de Dios, y la obedecen.»
En el dÃa del juicio, la reina del Sur se levantará con la gente de esta generación, y la condenará; porque ella vino desde los confines de la tierra para escuchar la sabidurÃa de Salomón, y aquà hay alguien que es más grande que Salomón.
En el dÃa del juicio, los habitantes de NÃnive se levantarán con esta generación, y la condenarán; porque al oÃr la predicación de Jonás se arrepintieron, y aquà hay alguien que es más grande que Jonás.
»Nadie esconde la luz que se enciende, ni la pone debajo de un cajón, sino en el candelero, para que los que entran vean la luz.
Ten cuidado, no sea que la luz que hay en ti resulte ser oscuridad.
Asà que, si todo tu cuerpo está lleno de luz, y no participa de la oscuridad, será todo luminoso, como cuando una lámpara te alumbra con su resplandor.»
Den limosna de lo que está adentro, y asà todo quedará limpio para ustedes.
»¡Ay de ustedes, fariseos!, que dan el diezmo de la menta y de la ruda, y de toda clase de hortalizas, pero pasan por alto la justicia y el amor de Dios. Esto es necesario que lo hagan, sin dejar de hacer aquello.
¡Ay de ustedes, fariseos!, que aman los primeros lugares en las sinagogas, y los saludos en las plazas.
¡Ay de ustedes, escribas y fariseos, hipócritas! Son ustedes como sepulcros que no se ven, y los que pasan por encima no lo saben.»