Have not I commanded thee? Be strong and of a good courage; be not afraid, neither be thou dismayed: for the LORD thy God is with thee whithersoever thou goest.
para que llegues a conocer bien la verdad de lo que se te ha enseñado.
En los dÃas de Herodes, rey de Judea, habÃa un sacerdote llamado ZacarÃas, de la clase de AbÃas, cuya esposa, Elisabet, era descendiente de Aarón.
Ambos eran Ãntegros delante de Dios y obedecÃan de manera irreprensible todos los mandamientos y ordenanzas del Señor.
Un dÃa en que ZacarÃas oficiaba como sacerdote delante de Dios, pues le habÃa llegado el turno a su grupo,
le tocó en suerte entrar en el santuario del Señor para ofrecer incienso, conforme a la costumbre del sacerdocio.
Mientras se quemaba el incienso, todo el pueblo estaba orando afuera.
En eso, un ángel del Señor se le apareció a ZacarÃas. Estaba parado a la derecha del altar del incienso.
Cuando ZacarÃas lo vio, se desconcertó y le sobrevino un gran temor;
pero el ángel le dijo: «ZacarÃas, no tengas miedo, porque tu oración ha sido escuchada. Tu esposa Elisabet te dará un hijo, y tú le pondrás por nombre Juan.
Tendrás gozo y alegrÃa, y muchos se regocijarán de su nacimiento,
pues ante Dios será un hombre muy importante. No beberá vino ni licor, y tendrá la plenitud del EspÃritu Santo desde antes de nacer.
Él hará que muchos de los hijos de Israel se vuelvan al Señor su Dios,
y lo precederá con el espÃritu y el poder de ElÃas, para hacer que los padres se reconcilien con sus hijos, y para llevar a los desobedientes a obtener la sabidurÃa de los justos. Asà preparará bien al pueblo para recibir al Señor.»
ZacarÃas le preguntó al ángel: «¿Y cómo voy a saber que esto será asÃ? ¡Yo estoy ya muy viejo, y mi esposa es de edad avanzada!»
El ángel le respondió: «Yo soy Gabriel, y estoy en presencia de Dios. He sido enviado a hablar contigo para comunicarte estas buenas noticias.
Pero como no has creÃdo mis palabras, las cuales se cumplirán a su debido tiempo, ahora vas a quedarte mudo, y no podrás hablar hasta el dÃa en que esto suceda.»
Mientras tanto, el pueblo esperaba a que saliera ZacarÃas, extrañados de que se tardara tanto en el santuario.
Pero cuando salió y no les podÃa hablar, comprendieron que habrÃa tenido una visión en el santuario, pues les hablaba por señas y seguÃa mudo.
Cuando terminaron los dÃas de su ministerio, ZacarÃas se fue a su casa.
El ángel le dijo: «MarÃa, no temas. Dios te ha concedido su gracia.
Vas a quedar encinta, y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre JESÚS.
Éste será un gran hombre, y lo llamarán Hijo del AltÃsimo. Dios, el Señor, le dará el trono de David, su padre,
y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.»
Pero MarÃa le dijo al ángel: «¿Y esto cómo va a suceder? ¡Nunca he estado con un hombre!»
El ángel le respondió: «El EspÃritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del AltÃsimo te cubrirá con su sombra. Por eso el Santo Ser que nacerá será llamado Hijo de Dios.