En eso, vino una nube y les hizo sombra. Y desde la nube se oyó una voz que decÃa: «Éste es mi Hijo amado. ¡Escúchenlo!»
Miraron a su alrededor, pero no vieron a nadie; sólo Jesús estaba con ellos.
Mientras bajaban del monte, Jesús les mandó que no dijeran a nadie nada de lo que habÃan visto, hasta que el Hijo del Hombre hubiera resucitado de los muertos.
Él les respondió: «A decir verdad, ElÃas vendrá primero y restaurará todas las cosas. ¿Y cómo, entonces, dice la Escritura que el Hijo del Hombre tiene que padecer mucho y ser despreciado?
»A cualquiera que haga tropezar a uno de estos pequeñitos que creen en mÃ, más le valdrÃa que le colgaran al cuello una piedra de molino, y que lo arrojaran al mar.
Si tu mano te lleva a pecar, córtatela. Es mejor que entres en la vida manco, y no que entres con las dos manos y que vayas al infierno, al fuego que nunca se apaga.
[AllÃ, los gusanos no mueren, y el fuego nunca se apaga.]
Si tu pie te lleva a pecar, córtatelo. Es mejor que entres en la vida cojo, y no que tengas los dos pies y que vayas al infierno, [al fuego que no puede ser apagado,
donde los gusanos no mueren, y el fuego nunca se apaga.]
Si tu ojo te lleva a pecar, sácatelo. Es mejor que entres en el reino de Dios con un solo ojo, y no que tengas los dos ojos y seas arrojado al infierno,
donde los gusanos no mueren, y el fuego nunca se apaga.