Si en algún lugar no los reciben ni los escuchan, salgan de allà y sacúdanse el polvo de los pies, como un testimonio contra ellos.» [De cierto les digo que, en el dÃa del juicio, el castigo para los de Sodoma y Gomorra será más tolerable que para aquella ciudad.]
Los doce salieron e iban predicando a la gente que se arrepintiera.
Y es que por causa de HerodÃas, la mujer de su hermano Felipe, que Herodes habÃa tomado por mujer, Herodes mismo habÃa mandado que aprehendieran a Juan y lo encadenaran en la cárcel.
Juan le habÃa dicho a Herodes: «No te es lÃcito tener a la mujer de tu hermano.»
Por eso HerodÃas le guardaba rencor, y deseaba matarlo; pero no podÃa
porque Herodes temÃa a Juan, pues sabÃa que era un hombre justo y santo. Y aunque lo que Juan le decÃa lo dejaba confundido, lo escuchaba de buena gana y lo protegÃa.
Pero llegó la oportunidad. En la fiesta de su cumpleaños, Herodes ofreció una cena a sus prÃncipes y tribunos, y a la gente importante de Galilea.
Cuando los discÃpulos de Juan supieron esto, fueron a reclamar el cuerpo para darle sepultura.
Los apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron todo lo que habÃan hecho y enseñado.
Jesús les dijo: «Vengan conmigo ustedes solos, a un lugar apartado, y descansen un poco.» Y es que tanta gente iba y venÃa, que ellos no tenÃan tiempo ni para comer.
Asà que se fueron solos en una barca a un lugar apartado.
Cuando Jesús salió de la barca y vio a tanta gente, tuvo compasión de ellos, porque parecÃan ovejas sin pastor, y comenzó entonces a enseñarles muchas cosas.
Despide a esta gente, para que vayan a los campos y aldeas cercanas, y compren algo de comer.»
Jesús les respondió: «Denles ustedes de comer.» Pero ellos le dijeron: «¿Quieres que vayamos a comprar pan y les demos de comer? ¡Eso costarÃa como doscientos dÃas de sueldo!»
Jesús les dijo: «Vayan a ver cuántos panes tienen ustedes.» Cuando lo averiguaron, le dijeron: «Tenemos cinco panes y dos pescados.»
Jesús les mandó entonces que hicieran que la gente se recostara por grupos sobre la hierba verde,
y ellos asà lo hicieron, formando grupos de cien y de cincuenta personas.
Cuando llegó la noche, la barca ya estaba a la mitad del lago, y Jesús estaba en tierra solo;
pero cerca del amanecer fue hacia ellos caminando sobre las aguas, pues los vio remar con mucha dificultad porque tenÃan el viento en contra. Hizo el intento de pasar de largo,
pero ellos, al verlo caminar sobre las aguas, pensaron que era un fantasma y comenzaron a gritar,