Jesús los miró con enojo y tristeza, al ver la dureza de sus corazones. Entonces dijo al hombre: «Extiende la mano.» El hombre la extendió, y su mano quedó sana.
Tan pronto como los fariseos salieron, empezaron a conspirar con los herodianos para matar a Jesús.
Jesús se retiró al lago con sus discÃpulos, y mucha gente de Galilea y de Judea lo siguió