Allà le llevaron un paralÃtico, tendido sobre una camilla. Cuando Jesús vio la fe de ellos, le dijo al paralÃtico: «Ten ánimo, hijo; los pecados te son perdonados.»
Algunos de los escribas se decÃan a sà mismos: «Éste blasfema.»
Entonces el paralÃtico se levantó y se fue a su casa.
Al ver esto, la gente se quedó asombrada y glorificó a Dios, que habÃa dado tal poder a los hombres.
Al continuar su camino, Jesús vio a un hombre llamado Mateo, que estaba sentado donde se cobraban los impuestos, y le dijo: «SÃgueme.» Y Mateo se levantó y lo siguió.
Vayan y aprendan lo que significa: “Misericordia quiero, y no sacrificioâ€. Porque no he venido a llamar a los justos al arrepentimiento, sino a los pecadores.»
Jesús les respondió: «¿Acaso los invitados a una boda pueden estar de luto mientras el esposo está con ellos? ¡Claro que no! Pero vendrán dÃas, cuando el esposo les será quitado. Entonces ayunarán.
Nadie remienda un vestido viejo con un paño de tela nueva, porque la tela nueva estira la tela vieja, y la rotura se hace peor.
Ni tampoco se echa vino nuevo en odres viejos, porque el vino nuevo revienta los odres, y entonces el vino se derrama y los odres se echan a perder. Más bien, el vino nuevo debe echarse en odres nuevos, y tanto lo uno como lo otro se conserva juntamente.»
En el momento en que salÃan, le trajeron a Jesús un mudo que estaba endemoniado.
En cuanto el demonio fue expulsado, el mudo comenzó a hablar. Y la gente se asombraba y decÃa: «¡Nunca se ha visto nada igual en Israel!»
Pero los fariseos decÃan: «Éste expulsa a los demonios por el poder del prÃncipe de los demonios.»
Jesús recorrÃa todas las ciudades y las aldeas, y enseñaba en las sinagogas de ellos, predicaba el evangelio del reino y sanaba toda enfermedad y toda dolencia del pueblo.
Al ver las multitudes, Jesús tuvo compasión de ellas porque estaban desamparadas y dispersas, como ovejas que no tienen pastor.
Entonces dijo a sus discÃpulos: «Ciertamente, es mucha la mies, pero son pocos los segadores.
Por tanto, pidan al Señor de la mies que envÃe segadores a cosechar la mies.»