Cuando llegó a la otra orilla, que era la tierra de los gadarenos, dos endemoniados salieron de entre los sepulcros y se le acercaron. Eran tan feroces que nadie se atrevÃa a pasar por aquel camino.
Lejos de ellos habÃa un hato de muchos cerdos, que pacÃan.
Y los demonios le rogaron: «Si nos expulsas, permÃtenos ir a aquel hato de cerdos.»
Él les dijo: «Vayan.» Ellos salieron, y se fueron a los cerdos, y todo el hato se lanzó al lago por un despeñadero, y perecieron ahogados.
Los que cuidaban de los cerdos huyeron y fueron corriendo a la ciudad, y allà contaron todas estas cosas, incluso lo que habÃa pasado con los endemoniados.
Y todos en la ciudad fueron a ver a Jesús y, cuando lo encontraron, le rogaron que se fuera de sus contornos.