Entonces Judas Iscariote, que era uno de los doce, fue a ver a los principales sacerdotes,
y les dijo: «¿Cuánto me darÃan, si yo les entrego a Jesús?» Y ellos le asignaron treinta piezas de plata.
Desde entonces Judas buscaba el mejor momento de entregar a Jesús.
El primer dÃa de la fiesta de los panes sin levadura, los discÃpulos se acercaron a Jesús y le preguntaron: «¿Dónde quieres que te preparemos la comida de la pascua?»
Unos pasos más adelante, se inclinó sobre su rostro y comenzó a orar. Y decÃa: «Padre mÃo, si es posible, haz que pase de mà esta copa. Pero que no sea como yo lo quiero, sino como lo quieres tú.»
Luego volvió con sus discÃpulos, y como los encontró durmiendo, le dijo a Pedro: «¿Asà que no han podido mantenerse despiertos conmigo ni una hora?
Otra vez fue y oró por segunda vez, y dijo: «Padre mÃo, si esta copa no puede pasar de mà sin que yo la beba, que se haga tu voluntad.»
Una vez más fue y los halló durmiendo, porque los ojos se les caÃan de sueño.
Entonces los dejó y volvió a irse, y por tercera vez oró con las mismas palabras.
Luego volvió con sus discÃpulos y les dijo: «Sigan durmiendo y descansando. Miren que ha llegado la hora, y el Hijo del Hombre es entregado en manos de pecadores.
¡Vamos, levántense, que ya se acerca el que me traiciona!»
Pero entonces ¿cómo se cumplirÃan las Escrituras? Porque es necesario que asà suceda.»
En ese momento, Jesús dijo a la gente: «¿Han venido a arrestarme con espadas y palos, como si fuera yo un ladrón? ¡Todos los dÃas me sentaba a enseñarles en el templo, y ustedes no me aprehendieron!
Pero todo esto sucede, para que se cumpla lo escrito por los profetas.» Entonces todos los discÃpulos lo abandonaron y huyeron.
Los que aprehendieron a Jesús lo llevaron ante el sumo sacerdote Caifás, donde estaban reunidos los escribas y los ancianos.
Pero Pedro lo siguió de lejos hasta el patio del sumo sacerdote, y entró y se sentó con los alguaciles, para ver cómo terminaba aquello.
Los principales sacerdotes, y los ancianos y todo el concilio, buscaban algún falso testimonio contra Jesús, para condenarlo a muerte;
pero no lo hallaron, aunque se presentaron muchos testigos falsos. Finalmente, llegaron dos testigos falsos
y dijeron: «Éste dijo: “Puedo derribar el templo de Dios, y reedificarlo en tres dÃas.â€Â»
Pero Jesús guardó silencio. Entonces el sumo sacerdote le dijo: «Te ordeno en el nombre del Dios viviente, que nos digas si tú eres el Cristo, el Hijo de Dios.»
Jesús le respondió: «Tú lo has dicho. Y además les digo que, desde ahora, verán al Hijo del Hombre sentado a la diestra del Poderoso, y venir en las nubes del cielo.»
Entonces Pedro se acordó de que Jesús le habÃa dicho: «Antes de que cante el gallo, me negarás tres veces.» Y saliendo de allÃ, lloró amargamente.