Yo dije entonces: Escuchen ahora, prÃncipes de Jacob, y jefes de la casa de Israel: ¿Acaso no les toca a ustedes saber lo que es justo?
Ustedes aborrecen lo bueno y aman lo malo; le arrancan a mi pueblo la piel y la carne, hasta dejarlo en los huesos.
SÃ, se comen la carne de mi pueblo y le arrancan la piel, le rompen los huesos y los descuartizan, como cuando se echa la carne en la olla y se pone en el caldero.
«Asà ha dicho el Señor acerca de los profetas que hacen errar a mi pueblo, esos que hablan de paz cuando se les da de comer, pero que declaran la guerra cuando no se les da nada:
La profecÃa se les volverá noche, y sus adivinanzas se les volverán oscuridad. Sobre esos profetas se pondrá el sol, y el dÃa se les volverá tinieblas.
¡Esos profetas quedarán avergonzados! ¡Esos adivinos quedarán confundidos! ¡Se quedarán con la boca cerrada, porque no tendrán respuesta de Dios!
En cambio, yo estoy lleno del poder del espÃritu del Señor; lleno de justicia y de fuerza, para denunciar la rebelión de Jacob y el pecado de Israel.
»Escuchen ahora esto, jefes de la casa de Jacob, y capitanes de la casa de Israel, que aborrecen la justicia y pervierten todo lo recto;
Sus jefes dictan sentencia a cambio del soborno; sus sacerdotes cobran por impartir sus enseñanzas, y sus profetas adivinan a cambio de dinero, y se apoyan en el Señor cuando dicen: “¿No es verdad que el Señor está entre nosotros? ¡Ningún mal nos sobrevendrá!â€