La palabra del Señor vino a Jonás hijo de Amitay, y le dijo:
«Levántate y ve a la gran ciudad de NÃnive, y predica contra ella, porque hasta mà ha llegado la maldad de sus habitantes.»
Y Jonás se levantó para irse a Tarsis y huir de la presencia del Señor. Descendió a Jope, y halló una nave que partÃa para Tarsis. Entonces pagó su pasaje y, para alejarse de la presencia del Señor, subió a bordo, dispuesto a irse con ellos a Tarsis.
Pero el Señor hizo que en el mar se levantara un fuerte viento, y se desató una tempestad tan grande que parecÃa que la nave se iba a partir.
Los marineros tenÃan mucho miedo, y cada uno de ellos clamaba a su dios. Entonces echaron al mar los enseres que habÃa en la nave, para deshacerse de ellos. Jonás, en cambio, habÃa bajado al interior de la nave y se habÃa echado a dormir.
Aquellos hombres se esforzaron para llevar la nave a tierra, pero no pudieron porque el mar se iba embraveciendo más y más.
Entonces clamaron al Señor y dijeron:«Señor, te rogamos que no nos dejes perecer por causa de este hombre, ni nos culpes de derramar sangre inocente, pues tú, Señor, haces lo que te parece mejor.»
Entonces tomaron a Jonás y lo arrojaron al mar, y la furia del mar se calmó.
Y aquellos hombres sintieron gran temor del Señor, y le ofrecieron un sacrificio y le hicieron votos.
Pero el Señor tenÃa preparado un gran pez, para que se tragara a Jonás; y Jonás estuvo en el vientre del pez tres dÃas y tres noches.