Como puedes ver, te he hecho pequeño entre las naciones, y estás abatido en gran manera.
A ti, que habitas en las más altas montañas y entre las grietas de las peñas, y que en tu corazón piensas que nadie te hará rodar por los suelos, tu soberbio corazón te ha engañado.
»Si por la noche te atacaran ladrones o bandidos, ¿no te robarÃan sólo hasta quedar satisfechos? Y si a tu viña entraran los vendimiadores, ¿no dejarÃan algunas uvas? Pero a ti, Esaú, ¡cómo te han destruido!
¡Cómo han rebuscado tus posesiones! ¡Cómo han buscado tus tesoros escondidos!
¡Todos tus aliados te han engañado! ¡Te han hecho llegar a los extremos! ¡Los que estaban en paz contigo te han vencido! ¡Los que compartÃan el pan contigo te han traicionado! ¡Esto es algo incomprensible!
Pero no debiste haber sido un mero espectador el dÃa que tu hermano era vÃctima del infortunio. No debiste haberte alegrado el dÃa en que se perdieron los hijos de Judá. No debiste haberte ufanado en el dÃa de su angustia.