Para su alimentación diaria, el rey señaló provisiones de su propia comida y de su propio vino. Su educación durarÃa tres años, al cabo de los cuales serÃan presentados ante el rey.
Entre estos jóvenes se hallaban Daniel, JananÃas, Misael y AzarÃas, que eran de la tribu de Judá.
Pero el jefe de los eunucos les cambió de nombre: a Daniel lo llamó Beltsasar; a JananÃas, Sadrac; a Misael, Mesac; y a AzarÃas, Abednego.
En lo Ãntimo, Daniel se propuso no contaminarse con la ración de la comida y bebida del rey que se le daba, y le pidió al jefe de los eunucos que no se le obligara a contaminarse.
Y Dios hizo que Daniel se ganara la simpatÃa y buena voluntad del jefe de los eunucos,
Melsar estuvo de acuerdo con ellos, e hizo la prueba de los diez dÃas.
Vencido el plazo, el semblante de ellos era mejor y más robusto que el de los otros jóvenes que recibÃan la ración de la comida del rey.
De modo que Melsar se llevaba la ración de la comida y del vino que era su alimento, y en su lugar les daba legumbres.
Dios les dio a estos cuatro jóvenes conocimientos e inteligencia en todas las letras y ciencias. Además, Daniel era muy entendido en cuestiones de visiones y sueños.
Y el rey habló con ellos, y entre todos los jóvenes no se halló a nadie como Daniel, JananÃas, Misael y AzarÃas, de modo que todos ellos se quedaron al servicio del rey.
En todo lo que el rey les preguntó, y que tenÃa que ver con cuestiones de sabidurÃa e inteligencia, los halló diez veces más sabios que todos los magos y astrólogos que habÃa en todo su reino.
Fue asà como Daniel se quedó allà hasta el año primero del rey Ciro.