La mano del Señor vino y se posó sobre mÃ, y en el espÃritu del Señor me llevó hasta un valle que estaba lleno de huesos, y me puso en medio de ese valle.
Luego me hizo dar de vueltas y pasar cerca de los huesos, los cuales eran muchÃsimos y bastante secos, y estaban a flor de tierra.
Entonces el Señor me dijo:«Hijo de hombre, profetiza al espÃritu. Háblale y dile que asà ha dicho Dios el Señor: “EspÃritu, ven de los cuatro vientos y sopla sobre estos huesos muertos, para que cobren vida.â€Â»
Entonces el Señor me dijo:«Hijo de hombre, todos estos huesos son el pueblo de Israel. Ellos dicen: “Nuestros huesos se han secado; ha muerto nuestra esperanza; ¡hemos sido destruidos por completo!â€
Por eso, profetiza y diles que yo, su Señor y Dios, he dicho: “Pueblo mÃo, voy a abrir los sepulcros de ustedes; voy a levantarlos de sus sepulturas para traerlos de nuevo a la tierra de Israel.
Y cuando yo abra sus sepulcros y los saque de sus sepulturas, ustedes, pueblo mÃo, sabrán que yo soy el Señor.
»Mi siervo David reinará sobre ellos, y todos ellos tendrán un solo pastor. Andarán en mis preceptos, y obedecerán y practicarán mis estatutos.
Habitarán en la tierra que le di a mi siervo Jacob, y en la cual habitaron sus padres. Allà habitarán para siempre ellos, y sus hijos y los hijos de sus hijos, y para siempre mi siervo David será su prÃncipe.