â€Tú has sido siempre el enemigo de los hijos de Israel; en los peores momentos, cuando ellos estaban más afligidos, tú los entregaste al poder de la espada.
Por eso, juro que la sangre será tu destino. Puesto que no aborreces la sangre, siempre la sangre te perseguirá.—Palabra de Dios el Señor.
â€Monte de SeÃr, yo voy a convertirte en desierto y soledad. Voy a destruir a todo el que pase junto a ti.
Voy a llenar tus montes con tus muertos. Los que mueran a filo de espada llenarán tus colinas, tus valles y todos tus arroyos.
Voy a dejarte en ruinas para siempre. Jamás tus ciudades volverán a ser reconstruidas. Asà sabrán que yo soy el Señor.
â€Y es que dijiste que tú tomarÃas posesión de las dos naciones, y que ambos paÃses eran tuyos, aun cuando yo, el Señor, estaba allÃ.
Por eso, juro que voy a actuar con el mismo enojo y furor con que tú trataste a mi pueblo, por tu enemistad con ellos. Y cuando yo te juzgue, ellos me reconocerán.—Palabra de Dios el Señor.
â€Entonces sabrás que a mis oÃdos llegaron todas las injurias que proferiste contra los montes de Israel. Porque tú dijiste que ya habÃan sido destruidos, y que se te habÃan entregado para que te los devoraras.
Cuando me ofendiste, no te alcanzaba la boca ni te faltaban las palabras. Yo te oà muy bien.â€
»Por eso, asà ha dicho Dios el Señor: “Para regocijo de toda la tierra, voy a dejarte en ruinas.