FÃjate que Asiria era como un cedro del LÃbano, con hermosas ramas, frondoso ramaje e impresionante altura. ¡Su copa se alzaba sobre un espeso ramaje!
Las aguas lo hicieron crecer, el abismo lo encumbró; sus rÃos corrÃan alrededor de su tronco, y compartÃa sus corrientes con todos los árboles del bosque.
Fue asà como llegó a ser más alto que todos los árboles del bosque; sus ramas se multiplicaron y, gracias a la abundancia de agua, el ramaje que habÃa echado se extendió.
En sus ramas anidaban todas las aves del cielo, y bajo su sombra parÃan todas las bestias del campo. ¡Muchas naciones se acogÃan a su sombra!
Con sus ramas extendidas llegó a ser muy grande y hermoso, porque estaba plantado junto a muchas aguas.
Por lo tanto, asà ha dicho Dios el Señor:«Puesto que su corazón se ha enaltecido por causa de la altura que ha alcanzado, y por haberse levantado por encima de las ramas más altas,
yo lo he desechado y voy a entregarlo en manos de un pueblo poderoso, que lo tratará según su maldad.
Naciones extrañas y poderosas lo destruirán y lo derribarán; sus ramas caerán por todos los montes y los valles; su ramaje quedará resquebrajado por todos los arroyos de la tierra, y todos los pueblos de la tierra se alejarán de su sombra y lo abandonarán.
Sobre sus ruinas harán su habitación todas las aves del cielo, y sobre sus ramas se echarán todas las bestias del campo,