«Hijo de hombre, dile de mi parte al prÃncipe de Tiro: “Yo, el Señor y Dios, te digo que te has envanecido. En tu corazón crees que eres un dios y que tienes tu trono en medio de los mares. En tu corazón actúas y piensas como si fueras un dios, aunque no eres un dios sino un hombre.
Es verdad que tú eres más sabio que Daniel, y que para ti no hay nada secreto ni oculto.
Con tu sabidurÃa y tu inteligencia has acumulado riquezas; en tus tesoros tienes oro y plata.
Con la ayuda de tu gran sabidurÃa, en tus negocios has logrado multiplicar tus riquezas, y por causa de esas riquezas tu corazón se ha envanecido.
Por lo tanto, yo, el Señor y Dios te digo: ‘Puesto que en tu corazón te crees un dios,
yo voy a traer contra ti gente extraña y fuerte de otras naciones, que descargará su espada sobre tu sabidurÃa, y que manchará tu belleza y esplendor.
Te harán descender al sepulcro, y sufrirás la muerte de los náufragos.
¿Acaso piensas defenderte ante el que te mate, y decirle que tú eres un dios? ¡En las manos de quien te mate, no serás ningún dios sino un simple hombre!
En las manos de gente extraña sufrirás la muerte de los incircuncisos.’ Yo lo he dicho.â€Â»â€”Palabra de Dios el Señor.
La palabra del Señor vino a mÃ, y me dijo:
«Hijo de hombre, dedÃcale un lamento al rey de Tiro, y dile de mi parte: “Tú, tan lleno de sabidurÃa, y de hermosura tan perfecta, eras el sello de la perfección.
Y es que profanaste tus santuarios con tus muchas maldades y con tus perversos negocios. Por eso yo hice que de ti saliera fuego para que te consumiera; te hice rodar por el suelo, a la vista de todos los que te admiran.
Todos los pueblos que te conocieron se sorprenderán al verte; serás motivo de espanto, y para siempre dejarás de existir.â€Â»
La palabra del Señor vino a mÃ, y me dijo:
«Hijo de hombre, dirige ahora la mirada hacia Sidón, y profetiza contra ella.
»Nunca más volverá a ser Sidón una espina que desgarre al pueblo de Israel, ni los pueblos que lo rodean y menosprecian volverán a ser un aguijón que le cause dolor. Asà sabrán que yo soy el Señor.»
»Cuando yo dicte sentencia contra todos los pueblos vecinos que los han despojado, ellos habitarán su tierra en paz, y edificarán casas, y plantarán viñas, y vivirán tranquilos. Asà sabrán que yo soy el Señor su Dios.»