»Aholá me fue infiel. TodavÃa era mi mujer cuando se enamoró de los asirios, que eran vecinos suyos, y los hizo sus amantes
al ver que todos ellos eran jóvenes y atractivos, gobernadores y capitanes vestidos de púrpura, soldados de caballerÃa.
¡Se prostituyó con todos aquellos de quienes se enamoró! ¡Se prostituyó con la flor y nata de los asirios! ¡Se contaminó con todos sus Ãdolos!
Desde que estaba en Egipto, nunca dejó de portarse como una prostituta. Desde que era joven, muchos se acostaron con ella y le estrujaron sus pechos virginales, y desahogaron con ella sus apetitos sexuales.
Ellos la conocieron tal y como vino al mundo, y poseyeron a sus hijos y sus hijas, y a ella le quitaron la vida. Tan famosa llegó a ser, que las mujeres la tomaron como escarmiento.
»Cuando su hermana Aholibá vio esto, se encendió de lujuria más que su hermana Aholá, y se corrompió más que ella con sus prostituciones.
Se enamoró de los asirios, que eran vecinos suyos, pues todos ellos eran jóvenes y atractivos, gobernadores y capitanes, soldados de caballerÃa que se vestÃan de púrpura y portaban armas excelentes.
Yo la vi contaminarse y seguir el mismo camino que el de su hermana.
Pero Aholibá se corrompió más todavÃa. Cuando en las paredes vio pintadas coloridas imágenes de caldeos
ceñidos con cinturones y con la cabeza cubierta de turbantes de colores, todos ellos con apariencia de capitanes, como la de los babilonios nacidos en Caldea,
se enamoró de ellos a primera vista y les envió mensajeros a su tierra.
Y sus fornicaciones fueron en aumento, pues trajo a la memoria sus dÃas de juventud, cuando se prostituyó en Egipto.
Se enamoró de sus amantes, lujuriosos como los asnos y los caballos,
y evocó la lujuria de su juventud, cuando los egipcios le estrujaban sus pechos virginales.»
Por lo tanto, Aholibá, asà ha dicho tu Dios y Señor:«Mira que voy a hacer que tus amantes, de los cuales quedaste hastiada, vengan contra ti y te pongan sitio.
Vendrán los babilonios, y todos los caldeos; los de Pecod, Soa y Coa, y los asirios; todos ellos jóvenes y atractivos, gobernadores y capitanes, nobles y distinguidos; todos ellos soldados de caballerÃa.
Además, te despojarán de tus vestidos y te arrebatarán todos los adornos que te embellecen.
Voy a poner fin a tu lujuria y a las prostituciones que trajiste de Egipto, y no volverás a poner tus ojos en todo eso, ni nunca más te acordarás de Egipto.»
Asà ha dicho Dios el Señor:«Mira que voy a entregarte en manos de aquellos a los que aborreciste, en manos de los que te dejaron hastiada.
Ellos te tratarán con odio, y se apoderarán del fruto de tu trabajo. Te dejarán completamente desnuda, y la inmundicia de tus prostituciones y tu insaciable lujuria quedarán al descubierto.
Todo esto se hará contigo porque fuiste en pos de las naciones para prostituirte con ellas, y para contaminarte con sus Ãdolos.
Asà ha dicho Dios el Señor:«Beberás del mismo cáliz de tu hermana, hondo y ancho y de gran capacidad. Serás la burla de las naciones, que te pondrán en ridÃculo.
Con el cáliz de tu hermana Samaria, que es un cáliz de soledad y desolación, quedarás embriagada de dolor.
Beberás hasta la última gota, y luego harás pedazos el cáliz y te desgarrarás el pecho, porque yo lo he dicho.»—Palabra de Dios el Señor.
Por lo tanto, asà ha dicho Dios el Señor:«Puesto que te has olvidado de mà y me has vuelto la espalda, tendrás que sufrir las consecuencias de tu lujuria y de tus prostituciones.»
Son unas adúlteras, unas asesinas, ¡amantes de sus Ãdolos! A los hijos que me dieron, ¡los hicieron pasar por el fuego y los quemaron!
No conformes con todo eso, ese mismo dÃa contaminaron mi santuario y profanaron mis dÃas de reposo.
El mismo dÃa en que ofrecieron a sus hijos como sacrificio a sus Ãdolos, entraron en mi santuario para contaminarlo. ¡Eso hicieron en mi propio templo!
Para colmo, mandaron traer hombres de otros paÃses lejanos; y cuando esos hombres llegaron, ellas, para agradarles, se lavaron, se pintaron los ojos y se pusieron sus mejores vestidos;
Durante el banquete podÃan oÃrse las voces de gente que se divertÃa, y junto con el común de la gente vinieron los sabeos del desierto, a los que pusieron pulseras en las manos y coronaron con bellas diademas.
¡Porque han venido a verlas, como quien va en busca de rameras! ¡Asà han venido con estas depravadas de Aholá y Aholibá!
Por eso los hombres justos las juzgarán conforme a la ley que castiga a las adúlteras y a las asesinas. Porque eso es lo que son: ¡adúlteras y asesinas!»
Y sobre ustedes dos recaerán las consecuencias de su perversidad, y pagarán por los pecados de su idolatrÃa. Asà sabrán que yo soy su Dios y Señor.»