«Hijo de hombre, dile al pueblo de Israel que descifre la siguiente parábola.
Dile que asà ha dicho su Dios y Señor:“Un águila enorme, de grandes alas y de plumaje espeso y muy colorido, vino al LÃbano y agarró la copa del cedro,
le arrancó el más alto de sus renuevos y lo llevó a un paÃs de mercaderes, y allà lo plantó.
Y la semilla brotó y llegó a ser una vid de poca altura pero con mucho follaje, que produjo sarmientos y vástagos. Por arriba, sus ramas se extendÃan hacia el águila; por abajo, sus raÃces se hundÃan en la tierra.
aun cuando habÃa sido plantada en un buen terreno y junto a muchas aguas, para que desarrollara abundante follaje y diera fruto, como se espera de una vid llena de vida.
â€Diles que asà ha dicho su Dios y Señor: ‘¿Logrará la vid su propósito? ¿O el águila le arrancará sus raÃces, y destruirá su fruto, y hará que se seque?’ Lo cierto es que todas sus hojas lozanas se secarán, ¡y no hará falta mucha gente ni fuerza para arrancarla de raÃz!
¿Logrará su propósito aunque la trasplanten? ¡Al contrario! ¡Se secará en cuanto el viento solano sople sobre ella! ¡Se secará en los mismos surcos donde antes florecÃa!â€Â»
Con esto, el reino quedarÃa totalmente sometido, aunque podrÃa subsistir mediante el cumplimiento del pacto.
Pero ese personaje se rebeló contra el rey de Babilonia y envió embajadores a Egipto para conseguir caballos y muchos soldados.†¿Acaso creen que quien hizo esto logrará su propósito y saldrá bien librado? ¿Acaso podrá salvarse quien no respetó el pacto?
Yo les juro que morirá en Babilonia, allà donde habita el rey que le permitió reinar, y cuyo pacto y juramento menospreció y no respetó.—Palabra de Dios el Señor.
Todas sus tropas, y todos los que huyan, caerán a filo de espada; y los que queden con vida se dispersarán en toda dirección. Asà sabrán que yo, el Señor, he hablado.»