El dÃa en que naciste no te cortaron el ombligo, ni te bañaron ni te limpiaron con agua, ni te frotaron con sal, ni te envolvieron ni te fajaron.
Ninguno de los que te vieron nacer se compadeció de ti ni hizo nada por ti. Al contrario, tan pronto como naciste te arrojaron a la intemperie, sin que les importara si sobrevivirÃas.
Entonces hice que te reprodujeras como la hierba del campo. Y tú creciste y te hiciste grande, y llegaste a ser muy hermosa; tus pechos se desarrollaron, y te creció el vello; pero tú seguÃas desnuda por completo.
Te puse joyas en la nariz, y aretes en las orejas, y en la cabeza te puse una bella diadema.
Quedaste adornada de oro y de plata, y tu vestido era de finos bordados de lino y de seda; te alimentaste con flor de harina, miel y aceite; fuiste extremadamente embellecida, y hasta llegaste a ser reina.
La fama de tu belleza se extendió por todas las naciones. Eras una belleza perfecta, porque yo te embellecÃ.—Palabra de Dios el Señor.
â€Pero confiaste en tu hermosura, y tu fama te llevó a prostituirte. Te entregaste a todo el que pasaba, y le brindaste tus favores.
Con tus propios vestidos hiciste altares paganos, y allà te prostituiste. ¡Nunca antes habÃa sucedido algo asÃ, ni jamás sucederá!
Tomaste las alhajas de oro y plata que yo te habÃa regalado, y con ellas te hiciste figuras masculinas para serme infiel.
Además, las arropaste con tus finos vestidos de brocado, y les ofreciste el aceite y el incienso que eran para mÃ.
â€Â¿Se te hace poco haberte prostituido tanto, que tomaste a los hijos y a las hijas que tuviste conmigo para ofrecerlos a esos Ãdolos como alimento?
¡Sacrificaste a mis hijos! ¡Los entregaste a esos Ãdolos para que el fuego los consumiera!
Todos tus hechos repugnantes, y todas tus infidelidades te han hecho olvidar los dÃas de tu juventud, cuando estabas del todo desnuda, ¡cuando estabas toda llena de sangre!
edificaste lugares altos y levantaste altares en todas las plazas.
A la entrada de todo camino edificaste lugares altos, y rebajaste tu hermosura al ofrecerte a todo el que pasaba por allÃ, con lo que aumentaste tus infidelidades.
Tuviste amorÃos con los egipcios, tus vecinos de gran potencia viril, y para hacerme enojar te prostituiste más y más.
Tanto en Canaán como en Babilonia aumentaste tus prostituciones, ¡y tampoco quedaste satisfecha!
Tienes un corazón inestable. ¡Todos tus actos sólo son propios de una ramera desvergonzada!—Palabra de Dios el Señor.
â€A la entrada de todo camino edificaste tus lugares altos, y en todas las plazas pusiste tus altares. Sólo en algo no te portaste como ramera: ¡en que no te importaba la paga!
Mujer infiel, relegaste a tu esposo por atrapar a otros hombres.
Toda ramera recibe una paga, ¡pero tú les pagabas a tus amantes! Les dabas presentes para que de todas partes vinieran a prostituirse contigo.
Contigo sucedió lo contrario de lo que hacen otras mujeres: como nadie te pedÃa acostarse contigo, eras tú quien se ofrecÃa, y quien pagaba, en vez de que le pagaran. ¡En eso fuiste diferente!
â€Por lo tanto, ramera, oye lo que voy a decirte.
Yo, tu Señor y Dios, te digo: ‘Puesto que tú has dejado al descubierto tu desnudez con tus prostituciones, y te has exhibido ante tus amantes y ante tus repugnantes Ãdolos, a los que has ofrendado la sangre de tus hijos,
Voy a aplicarte la ley que castiga a las adúlteras y a las asesinas. Voy a volcar sobre ti mi ira y mis celos.
Voy a entregarte en manos de tus amantes, para que destruyan tus lugares altos y derriben tus altares, para que te despojen de tus vestidos y de tus alhajas, y te dejen completamente desnuda.
Ellos te atacarán con una gran muchedumbre, y te apedrearán y despedazarán con sus espadas.
Prenderán fuego a tus casas, y en presencia de muchas mujeres dictarán sentencia contra ti, para que dejes de prostituirte y no vuelvas a prodigar tus favores.
La verdad es que tú provocaste mi enojo con todo lo que hiciste; no te acordaste de cuando eras joven, ni pensaste siquiera en tu infame lujuria. Por eso voy a descargar sobre ti las consecuencias de tu conducta.’â€â€”Palabra de Dios el Señor.
Tu hermana mayor es Samaria, y ella y sus hijas habitaron al norte de tu territorio. Tu hermana menor es Sodoma, y ella y sus hijas habitaron al sur de tu territorio.
Pero tú no sólo imitaste su conducta y cometiste los mismos actos repugnantes, sino que eso te pareció poco y tus hechos fueron peores que los de ellas.
Puedo jurar por mà mismo, que ni tu hermana Sodoma ni sus hijas hicieron lo que hicieron tú y tus hijas.—Palabra de Dios el Señor.
»Tu hermana Sodoma y sus hijas pecaron de soberbias. Era tanto el pan que tenÃan, y tanto el tiempo que les sobraba, que no se ocuparon de dar fuerzas a los pobres y menesterosos.
Se llenaron de soberbia y, ante mis ojos, cometieron actos repugnantes; por eso decidà destruirlas.
Sin embargo, ni Samaria ni sus hijas cometieron la mitad de tus pecados. Comparadas contigo, ellas resultan más justas, pues tus hechos repugnantes fueron más que los que ellas cometieron.
Y ya que juzgaste a tus hermanas, carga ahora con la vergüenza de los pecados que cometiste, y que son más abominables que los que ellas cometieron. Carga con esa vergüenza y confusión, pues ellas han resultado ser más justas que tú. ¡Tú las has justificado!
En tus tiempos de grandeza, no considerabas a tu hermana Sodoma digna de que la mencionaras.
Pero eso fue antes de que tu maldad quedara al descubierto. Asà que ahora te toca soportar las ofensas de las hijas de Siria y de todas las hijas de los filisteos, que por todos lados te desprecian.
¡Te toca cargar con el castigo de tu lujuria y de tus hechos repugnantes!»—Palabra del Señor.
Pero Dios el Señor ha dicho algo más:«¿Acaso yo voy a hacer contigo lo mismo que tú hiciste, de menospreciar el juramento para invalidar el pacto?
Cuando yo te perdone por todo lo que hiciste, tú te acordarás y te avergonzarás, y tal será tu vergüenza que nunca más volverás a abrir la boca.»—Palabra de Dios el Señor.