Algunos de los ancianos de Israel vinieron a verme, y se sentaron delante de mÃ.
Entonces la palabra del Señor vino a mÃ, y me dijo:
«Hijo de hombre, en lo Ãntimo de su corazón estos hombres adoran a los Ãdolos. ¡En la cara se les ve el tropiezo de su maldad! ¿Y todavÃa he de permitir que vengan a consultarme?
Pero los dos recibirán el castigo de su maldad, lo mismo el profeta que quien lo haya consultado,
para que el pueblo de Israel no se aparte más de mà ni se siga contaminando con todas sus rebeliones, sino que sea mi pueblo y yo sea su Dios.»—Palabra de Dios el Señor.
La palabra del Señor vino a mÃ, y me dijo:
«Hijo de hombre, si la tierra se obstinara en pecar contra mÃ, yo descargarÃa mi mano contra ella y le cortarÃa el abasto de pan para que sufriera de hambre, y acabarÃa con hombres y animales.
yo, su Señor y Dios, les juro que, si estos tres hombres vivieran en la tierra, ni sus hijos ni sus hijas saldrÃan bien librados; sólo ellos se salvarÃan, y la tierra quedarÃa desolada.
»Y si yo mandara a la espada para atacar a la tierra, y le ordenara: “Espada, recorre la tierra y destruye a hombres y animalesâ€,
yo, su Señor y Dios, les juro que, si estos tres hombres vivieran en ella, ni sus hijos ni sus hijas saldrÃan bien librados; sólo ellos se salvarÃan.
»Y si yo enviara peste sobre la tierra y descargara sobre ella mi enojo y les quitara la vida a hombres y animales,