¡Pero fue por los pecados de sus profetas!¡Fue por las maldades de sus sacerdotes,que en sus calles derramaron sangre inocente!
Tropezaban por las calles, como ciegos.¡Tan manchadas de sangre tenÃan las manosque no se atrevÃan a tocar sus vestiduras!
«¡Apártense, gente impura!», les gritaban;«¡Apártense, no toquen nada!»Y se apartaron y huyeron.Y entre las naciones se dijo:«Éstos jamás volverán a vivir aquÃ.»
El Señor, en su enojo, los dispersóy no volvió a tomarlos en cuenta,pues no respetaron a los sacerdotesni se compadecieron de los ancianos.
Nuestros ojos desfallecen,pues en vano esperamos ayuda;en vano esperamos el apoyode una nación incapaz de salvarnos.
Vigilan todos nuestros pasos;no podemos salir a la calle;el fin de nuestros dÃas se acerca;¡nuestra vida ha llegado a su fin!
Los que nos persiguen son más ligerosque las águilas del cielo.Nos persiguen por los montes,y en el desierto nos han tendido trampas.
Tu castigo, Sión, ya se ha cumplido,y nunca más volverán a llevarte cautiva.Pero a ti, Edom, el Señor castigará tu iniquidady pondrá al descubierto tus pecados.