¡Que ataque la caballerÃa! ¡Que avancen los carros de combate! ¡Que salgan los guerreros etÃopes! ¡Que se cubran con escudos los libios! ¡Que preparen sus arcos los lidios!
¡Sube a Galaad, virginal Egipto, y busca un remedio! Pero aunque multipliques las medicinas, no hay remedio para ti.
Las naciones supieron de tu afrenta, y tu clamor llenó la tierra, porque un guerrero chocaba contra otro, y juntos cayeron los dos.»
Éste es el mensaje del Señor al profeta JeremÃas, acerca del ataque del rey Nabucodonosor de Babilonia contra la tierra de Egipto:
«¡Anúncienlo en Egipto! ¡Háganlo saber en Migdol! ¡Denlo a conocer en Menfis y en Tafnes! ¡DÃganles que se levanten y se preparen, porque la espada va a acabar con su comarca!
Tus caÃdos se multiplicaron; cayeron, y uno a otro se dicen: “Levántate, y volvamos a nuestro pueblo, a la tierra que nos vio nacer; ¡huyamos de la espada vencedora!â€
Algunos gritan: “¡El faraón es ‘mucho ruido’! ¡El rey de Egipto es ‘pocas nueces’!â€