Sin embargo, SedequÃas rey de Judá, oye mi palabra: “Yo, el Señor, te hago saber que no morirás a filo de espada.
Tendrás una muerte tranquila, y se quemarán especias por ti, asà como antes se quemaron por tus padres, los reyes que te antecedieron. Se guardará luto por ti, y se dirá: ‘¡Ay, señor!’, porque asà lo he dicho.â€Â»â€”Palabra del Señor.
y que cada uno dejara libre a sus compatriotas hebreos, para que no hubiera siervos ni siervas israelitas.
Cuando se enteraron de esto todos los prÃncipes, y todo el pueblo que habÃa convenido en el pacto de dejar cada uno libre a su siervo y a su sierva, y de no tenerlos más como siervos, obedecieron y los dejaron en libertad.
Sin embargo, hoy ustedes se habÃan vuelto a mà y habÃan hecho lo recto delante de mis ojos, al anunciar cada uno libertad a su prójimo. HabÃan hecho un pacto en mi presencia, en la casa donde se invoca mi nombre.
Pero al cambiar de parecer han profanado mi nombre. Cada uno de ustedes ha vuelto a tomar a sus siervos y siervas, que habÃan dejado en libertad, y una vez más los han hecho sus esclavos.’
Por eso, yo, el Señor, declaro: ‘Como ustedes no me han obedecido para promulgar cada uno la libertad de su hermano y compañero, ahora yo voy a promulgar la libertad de la espada, la peste y el hambre. ¡Voy a hacer que todos los reinos de la tierra se horroricen al verlos!’â€â€”Palabra del Señor.
Voy a darles la orden de volver a esta ciudad, y de que la ataquen y la conquisten, y le prendan fuego. Voy a hacer de las ciudades de Judá un desierto, hasta que no quede un solo habitante.»—Palabra del Señor.