Israel estaba consagrada al Señor. Era como los primeros frutos de su cosecha. Todos los que la devoraban tenÃan que cargar con su culpa; el mal les sobrevenÃa.—Palabra del Señor.
Tú, casa de Jacob, y ustedes todas, familias de la casa de Israel: ¡escuchen la palabra del Señor!
Jamás dijeron: “¿Dónde está el Señor, que nos sacó de la tierra de Egipto y nos condujo por el desierto, por tierra desierta y despoblada, por tierra seca y terriblemente sombrÃa, por tierra que nadie transitó ni jamás habitó?â€
»Yo los introduje en una tierra de abundancia, para que disfrutaran de su fruto y sus bondades; pero ustedes entraron y contaminaron mi tierra; ¡convirtieron mi heredad en algo repugnante!
Jamás dijeron los sacerdotes: “¿Dónde está el Señor?â€, ni tampoco los que detentaban la ley me conocieron; los guÃas del pueblo se rebelaron contra mÃ; ¡los profetas hablaron en nombre de Baal, y se fueron en pos de dioses inútiles!
»Por eso, voy a entablar un juicio contra ustedes, contra sus hijos y contra sus nietos.—Palabra del Señor.
»Pasen ahora a las costas de QuitÃn, y fÃjense; envÃen observadores a Cedar, y pónganse a pensar seriamente; vean si se ha incurrido en algo semejante a esto.
Ninguna de esas naciones ha cambiado a sus dioses. ¡Y eso que no son dioses! Pero mi pueblo ha cambiado a su Dios glorioso por lo que no les sirve para nada.
»Son dos los males en que ha incurrido mi pueblo: Me han dejado a mÃ, que soy fuente de agua viva, y han cavado sus propias cisternas, ¡tan agrietadas que no retienen el agua!
»Tú, desde hace mucho tiempo rompiste el yugo y te quitaste las ataduras. Tú dijiste: “No quiero servir.†Tú, en la cima de cualquier monte elevado, o a la sombra de cualquier árbol frondoso, te entregaste como una cualquiera.
Aunque te laves con lejÃa, y te enjabones demasiado, no se borra de mi vista la mancha de tu pecado.—Palabra de Dios el Señor.
»¿Cómo te atreves a decir: “No soy inmunda. Nunca me fui en pos de los baales� ¡Mira cómo te has conducido en el valle! ¡Reconoce lo que has hecho, dromedaria fácil que te apartas del camino;
»Pero la casa de Israel tendrá que avergonzarse, junto con sus reyes, sus prÃncipes, sus sacerdotes y sus profetas, como se avergüenza el ladrón cuando es descubierto.
Porque a un pedazo de madera le dicen: “Tú eres mi padreâ€, y a una piedra: “Tú me has engendradoâ€. Porque me han dado la espalda, y no la cara. Pero cuando están en problemas, me dicen: “¡Levántate, y sálvanos!â€
»En vano he azotado a los hijos de ustedes, pues no han asimilado el castigo. Y la espada de ustedes, como si fuera un león feroz, se devoró a los profetas.
¿Acaso la doncella se olvida de sus galas? ¿Acaso la novia se olvida de su vestido de bodas? Sin embargo, ¡mi pueblo se ha olvidado de mà infinidad de veces!