Entonces la palabra del Señor vino a mÃ, y me dijo:
«Casa de Israel, ¿acaso no puedo yo hacer con ustedes lo mismo que hace este alfarero? Ustedes, casa de Israel, son en mi mano como el barro en la mano del alfarero.—Palabra del Señor.
»En cualquier momento puedo decir, de algún pueblo o reino, que lo voy a arrancar, derribar, o destruir.
Pero ellos dijeron:«No hay caso. Iremos en pos de nuestros Ãdolos, y cada uno de nosotros seguirá las intenciones de su malvado corazón.»
Por lo tanto, asà ha dicho el Señor:«Pregunten ahora entre las naciones, cuál de ellas ha sabido de algo parecido. ¡Lo que ha hecho la virginal Israel es horrible!
¿Alguna vez falta la nieve del LÃbano sobre las piedras del campo? ¿O llegan a faltar las heladas aguas que bajan de lejanas tierras?
En cambio, mi pueblo me ha olvidado y ha ofrecido incienso a dioses falsos; ha tropezado en sus caminos, en las sendas de siempre, y anda por atajos y no por el camino principal;
Ellos dijeron:«Vengan y hagamos planes en contra de JeremÃas. Sacerdotes que nos guÃen no habrán de faltarnos, ni tampoco sabios que nos aconsejen ni profetas que nos hablen. Vengan, vamos a atacarlo de palabra, y no hagamos caso a lo que dice.»
Señor, posa tus ojos en mÃ, y escucha lo que dicen los que contienden conmigo.
Pero tú, Señor, conoces todos sus planes para matarme; ¡no los perdones por su maldad, ni borres delante de ti su pecado! En tu enojo, ¡hazlos tropezar en tu presencia!