Los ricos mandan a sus criados por agua, y ellos van a las cisternas; pero vuelven con las vasijas vacÃas porque agua no hay, y avergonzados se sonrojan y no dan la cara.
La tierra se resquebraja porque no ha llovido en el paÃs. Los labradores están confundidos, y esconden el rostro.
Aun las ciervas paren a sus crÃas y las abandonan en los campos, porque ya no hay hierba.
Los asnos salvajes se paran en lo alto de los cerros, con la mirada perdida, y aspiran el viento, como chacales, porque ya no hay hierba.
Señor, aunque nuestras iniquidades nos acusan, y aunque nuestras rebeliones se han multiplicado y hemos pecado contra ti, haz honor a tu nombre y actúa en nuestro favor.
»Tú les dirás lo siguiente: “Que mis ojos derramen sin cesar lágrimas noche y dÃa, porque la virginal hija de mi pueblo sufre de un gran quebrantamiento: sufre de una plaga muy dolorosa.
Si salgo al campo, veo a los que han muerto a filo de espada; si entro en la ciudad, veo a los que se están muriendo de hambre. Y es que tanto los profetas como los sacerdotes recorrieron el paÃs, sin saber lo que hacÃan.â€Â»
No hay entre los Ãdolos de las nacionesuno solo que haga llover.¡Pero tú, Señor, eres nuestro Dios!¡Tú eres quien nos manda del cielo las lluvias!Por eso esperamos en ti,pues tú haces todas estas cosas.