¡Levántate, resplandece! ¡Tu luz ha llegado! ¡Ya la gloria del Señor brilla sobre ti!
La tierra está cubierta de tinieblas, y una densa oscuridad envuelve a las naciones; pero sobre ti brilla el Señor, como la aurora; sobre ti se puede contemplar su gloria.
Tu luz guiará los pasos de las naciones; los reyes se guiarán por el resplandor de tu aurora.
Levanta la vista y mira a tu alrededor: todos estos se han reunido, han acudido a ti. Tus hijos vienen de muy lejos; tus hijas son llevadas en brazos.
Cuando veas esto, te pondrás radiante; tu corazón se ensanchará y quedará maravillado al ver que a ti llega la abundancia del mar, y sobre ti se vuelcan las riquezas de las naciones.
Una multitud de camellos te cubrirá; vendrán a ti dromedarios de Madián y de Efa, y todos los que hay en Sabá, cargados de oro e incienso, y se proclamarán alabanzas al Señor.
Son los habitantes de las costas, que esperan en mÃ. Al frente vienen las naves de Tarsis, trayendo a tus hijos de muy lejos. Y ellos traen su plata y su oro para honrar el nombre del Señor tu Dios, el Santo de Israel, que te ha enriquecido.
Las puertas de tu ciudad siempre estarán abiertas; no se cerrarán ni de dÃa ni de noche, porque a ti serán traÃdas las riquezas de las naciones, y ante ti serán paseados sus reyes.
La nación o el reino que no te sirvan, serán destruidos y asolados por completo.
Tu alimento será lo mejor de las naciones, libarás la riqueza de los reyes, y sabrás que yo soy el Señor, tu salvador y redentor, el Fuerte de Jacob.
Nunca más volverá a escucharse que en tu tierra hay violencia, ni que en tu territorio hay destrucción ni quebrantamiento. A tus murallas las llamarás «Salvación», y a tus puertas las llamarás «Alabanza».
El sol no volverá a ser tu luz durante el dÃa, ni te alumbrará más el resplandor de la luna, porque el Señor será para ti una luz perdurable; tu Dios será tu gloria.
Tu sol no volverá a ponerse, ni tu luna volverá a oscurecerse, porque el Señor será para ti una luz perdurable, y tus dÃas de tristeza llegarán a su fin.
Todos en tu pueblo serán personas justas, y para siempre heredarán la tierra. Para gloria mÃa, serán renuevos de mi propio campo, ¡la obra de mis manos!