Be merciful unto me, O God, be merciful unto me: for my soul trusteth in thee: yea, in the shadow of thy wings will I make my refuge, until these calamities be overpast.
¡Escúchenme, costas y pueblos lejanos! El Señor me llamó desde el vientre de mi madre; tuvo en cuenta mi nombre desde antes de que yo naciera.
Hizo de mi boca una espada aguda, y me cubrió con la sombra de su mano; hizo de mà una flecha bruñida, y me guardó en su aljaba.
Y me dijo: «Israel, tú eres mi siervo. Tú serás para mà motivo de orgullo.»
Pero yo dije: «De balde he trabajado. He gastado mis fuerzas sin ningún provecho. Pero el Señor me hará justicia; mi Dios me dará mi recompensa.»
Asà ha dicho el Señor, el Santo Redentor de Israel, al que es menospreciado, al que es odiado por las naciones, al siervo de los gobernantes:«Los reyes y los prÃncipes te verán y se levantarán, y se inclinarán ante el Señor, porque el Santo de Israel, que te ha escogido, es fiel.»
Estos que ven aquà vendrán de lejos; estos otros vendrán del norte y del occidente, y aquellos otros vendrán de la tierra de Sinim.»
Ustedes, los cielos, ¡canten alabanzas! Y tú, tierra, ¡canta de alegrÃa! ¡Que prorrumpan los montes en alabanzas! ¡El Señor ha consolado a su pueblo, y se ha compadecido de sus pobres!
Sión dice: «El Señor me ha abandonado. El Señor se olvidó de mÃ.»
Yo te llevo grabada en las palmas de mis manos; siempre tengo presentes tus murallas.
Tus edificadores vendrán apresurados, y saldrán de ti los que te han destruido y asolado.
Alza los ojos y mira a tu alrededor: Todos estos se han reunido; han venido a ti. Yo te juro que todos ellos serán para ti como un fino vestido, y que te adornarán como a una novia.—Palabra del Señor.
Ciertamente tu tierra devastada, arruinada y desierta, será demasiado estrecha para la multitud de tus habitantes, y los que te destruyeron serán apartados y alejados.
Aun los hijos de tu orfandad te dirán al oÃdo: «Este lugar es demasiado estrecho para mÃ; hazme un espacio habitable.»
Sus reyes serán tus ayos, y sus reinas tus nodrizas; ante ti se inclinarán, sin levantar la vista del suelo, y lamerán el polvo de tus pies. Sabrás entonces que yo soy el Señor, y que no quedan avergonzados los que esperan en mÃ.»
¿Puede arrebatársele el botÃn al guerrero? ¿Puede rescatarse al cautivo del poder del tirano?