Por esos dÃas, EzequÃas cayó gravemente enfermo. Entonces el profeta IsaÃas hijo de Amoz fue a visitarlo y le dijo:«Asà dice el Señor: “Ordena tu casa, porque de esta enfermedad no saldrás con vida.â€Â»
EzequÃas se volvió hacia la pared, y oró al Señor.
Con lágrimas en los ojos le dijo:«Señor, recuerda por favor que me he conducido ante ti con verdad y con un corazón sincero, y que siempre he hecho lo que te agrada y apruebas.»
Entonces el Señor le habló a IsaÃas y le dijo:
«Ve y dile de mi parte a EzequÃas: “Yo soy el Señor, el Dios de tu padre David. Ya he escuchado tu oración, y he visto tus lágrimas. Voy a añadirte quince años más de vida.
»Yo me quejaba como una grulla; gemÃa como una golondrina; levantaba los ojos al cielo, como una paloma: “Señor, soy vÃctima de la violencia; ¡dame fuerzas!â€
»Señor, todo esto nos hace vivir, y en todo esto halla vida mi espÃritu: ¡tú me restablecerás y me prolongarás la vida!
¡Mira la gran amargura que me sobrevino cuando yo vivÃa en paz! Pero a ti te agradó librarme de la corrupción del sepulcro, porque les diste la espalda a todos mis pecados.
Y es que el reino de la muerte no te exalta, ni te alaba la muerte; tampoco los que bajan al sepulcro esperan tu verdad.
Sólo te alaban los que viven, como hoy vivo yo. Esta verdad la enseñarán los padres a sus hijos.
¡El Señor me salvará! ¡Por eso todos los dÃas de nuestra vida elevaremos nuestros cánticos en la casa del Señor!»
Antes IsaÃas habÃa dicho: «Hagan una pasta de higos, y póngansela en la llaga; asà sanará.»