¡Miren! Va a surgir un rey que hará justicia, y los prÃncipes presidirán en el juicio.
Ese hombre será como un refugio contra el viento, como un albergue contra el turbión; como los arroyos en tierras áridas; como la sombra de un gran peñasco en tierra calurosa.
No se ofuscarán los ojos de los que ven; los oÃdos de los que oyen escucharán con atención.
El corazón de los necios captará el conocimiento, y la lengua de los tartamudos hablará con claridad y rapidez.
Porque el ruin hablará ruindades, y su corazón maquinará iniquidades, para cometer impiedad y para proferir blasfemias contra el Señor; a los hambrientos los dejará ir con hambre, y a los sedientos no les calmará la sed.
El tramposo usa armas de maldad; trama planes inicuos, enreda a los ingenuos con palabras mentirosas, y en el juicio habla en contra del pobre.
Pero el generoso piensa en ser generoso, y por su generosidad será exaltado.
¡Levántense, mujeres indolentes! ¡Escuchen mi voz y mis razones, mujeres confiadas!
Ustedes, que ahora están tranquilas, dentro de poco más de un año se llenarán de pánico, porque las viñas no darán uvas ni habrá trigo en los trigales.
¡Comiencen a temblar y a preocuparse, mujeres indolentes y confiadas! ¡Despójense de su ropa, y vÃstanse con cilicio!
En la tierra de mi pueblo crecerán espinos y cardos, y se acabará la alegrÃa en todas las casas de la ciudad feliz.
Los palacios quedarán desiertos; no habrá más tanta gente en la ciudad; las torres y las fortalezas serán para siempre cuevas para los asnos del monte y pastizales para los ganados,