Por eso me doblo de dolor y me lleno de angustia, como una parturienta; me agobia lo que oigo; me espanta lo que veo.
Tengo pasmado el corazón; el miedo me domina; el crepúsculo que tanto amo, ahora me llena de espanto.
De pronto, mientras se ponÃa la mesa y se disponÃan a comer y beber, los prÃncipes se levantaron y tomaron sus escudos.
Y es que el Señor me dijo:«Anda, pon un centinela que te informe de todo lo que vea.»
Y el centinela vio hombres montados sobre asnos y sobre camellos, jinetes que venÃan de dos en dos. Luego miró con más atención,
y gritó como un león:«Señor, yo he estado todo el tiempo en mi puesto de observación; me he pasado las noches enteras vigilando,
y he visto acercarse hombres montados, jinetes que venÃan de dos en dos. Y alguien grita: “¡Cayó Babilonia! ¡Cayó Babilonia! ¡Todos los Ãdolos de sus dioses han caÃdo por tierra!â€Â»