¡Cuán bellos se ven, princesa,tus pies en las sandalias!Tus torneados muslos son como joyaslabradas por un experto orfebre.
Se asemeja tu ombligo a una taza redondadonde abunda la bebida.Tu vientre evoca a un montón de trigocircundado de blancos lirios.
Son tus pechos dos cervatos gemelos,
y tu cuello, una torre de marfil.Me hacen pensar tus ojosen los manantiales de Jesbónque fluyen a la entrada de Bat RabÃn.Tu nariz se asemeja a la torre del LÃbano,orientada hacia Damasco.
Tu cabeza me recuerda a la cumbre del Carmelo;bucles de púrpura son tus cabellos,¡preso entre ellos se encuentra un rey!
¡Cuán bella eres, y cuán dulce!¡Cuán delicioso es el amor!
Tienes el garbo de una palmera,y son tus pechos los racimos.
¡Ya he pensado trepar a esa palmeray apoderarme de sus dátiles!¡Sean tus pechos cual racimos de uvas,y tu aliento, cual aroma de manzanas!
¡Sea tu paladar como el buen vino,y que fluya, amado mÃo, por tus labios,y se deslice por tus dientes!
Las mandrágoras esparcen ya su aroma,y a nuestras puertas tenemoslas frutas más variadas y deliciosas,frutas frescas y frutas secas,que para ti, mi amor, tengo guardadas.