Y cuando el rey de Egipto recibió la noticia de que los israelitas huÃan, su corazón y el de sus siervos se volvió contra ellos, y dijeron: «¿Cómo hemos podido permitir esto de que Israel se vaya y deje de servirnos?»
Enseguida el faraón unció su carro y echó mano de su pueblo,
tomó seiscientos de sus mejores carros de combate, y todos los carros de Egipto con sus respectivos capitanes.
Cuando los hijos de Israel levantaron la vista, vieron que el faraón se acercaba y que los egipcios venÃan tras ellos; esto les hizo tener mucho miedo, asà que clamaron al Señor
Y cuando me haya glorificado en el faraón, y en su caballerÃa y carros de guerra, los egipcios sabrán que yo soy el Señor.»
El ángel de Dios, que precedÃa al campamento de Israel, se apartó de ellos y se puso en la retaguardia. Asà mismo, la columna de nube que los precedÃa se apartó y fue a ponerse a sus espaldas,
Asà los hijos de Israel entraron en el mar y lo cruzaron en seco, con un muro de agua a su derecha y otro a su izquierda.
Los egipcios los siguieron. Toda la caballerÃa del faraón, más sus carros de guerra y su gente de a caballo, entraron tras ellos hasta la mitad del mar.
Pero en la madrugada del dÃa siguiente el Señor miró el campamento de los egipcios desde la columna de fuego y de nube, y trastornó su campamento:
a sus carros les quitó las ruedas, y a ellos los dejó en una confusión tremenda. Entonces los egipcios dijeron:«Huyamos de los israelitas, porque el Señor pelea en favor de ellos y contra nosotros.»