Dichoso aquél cuyo pecado es perdonado,y cuya maldad queda absuelta.
Dichoso aquel a quien el Señorya no acusa de impiedad,y en el que no hay engaño.
Mientras callé, mis huesos envejecieron,pues todo el día me quejaba.
De día y de noche me hiciste padecer;mi lozanía se volvió aridez de verano.
Te confesé mi pecado; no oculté mi maldad.Me dije: «Confesaré al Señor mi rebeldía»,y tú perdonaste la maldad de mi pecado.
Por eso, todos tus fieles orarán a timientras puedas ser hallado.Aunque sufran una gran inundación,las aguas no los alcanzarán.
¡Tú eres mi refugio!¡Tú me libras de la angustia!¡Tú me rodeas con cánticos de libertad!
«Yo te voy a hacer que entiendas.Voy a enseñarte el camino que debes seguir,y no voy a quitarte los ojos de encima.
No seas como los caballos ni como las mulas,que no quieren obedecer,y que hay que sujetarlos con la brida y el freno,pues de lo contrario no se acercan a su amo.»
Al malvado le esperan muchas aflicciones,pero la misericordia del Señor acompañaa todos los que confían en él.
Ustedes, los hombres justos,¡alégrense y regocíjense en el Señor!Y ustedes, los de recto corazón,¡canten todos llenos de alegría!