Though I walk in the midst of trouble, thou wilt revive me: thou shalt stretch forth thine hand against the wrath of mine enemies, and thy right hand shall save me.
Al tercer dÃa, Ester se puso su vestido real y entró en el patio interior de la casa del rey, justamente frente al aposento real. AllÃ, en el aposento real, estaba el rey sentado en su trono,
y al ver a la reina Ester en el patio, la vio con mucho agrado y extendió hacia ella el cetro de oro que tenÃa en la mano. Ester se acercó entonces y tocó la punta del cetro,
Sin embargo, contuvo su enojo y se fue a su casa; allà mandó llamar a sus amigos y a Zeres, su mujer,
y les habló de sus muchas riquezas y de sus muchos hijos, y de todo aquello con que el rey le habÃa engrandecido y honrado por encima de los prÃncipes y siervos del rey.