La doncella llegaba al caer la tarde, y a la mañana siguiente volvÃa a la casa segunda de las mujeres, que estaba a cargo de Sasgaz, eunuco del rey y guardián de las concubinas; y no volvÃa la doncella a presentarse ante el rey, a menos que el rey la requiriera y fuera llamada por su nombre.
Ester, hija de AbijaÃl, a quien Mardoqueo habÃa adoptado como hija, se ganaba el favor de todos los que la veÃan. Y cuando le llegó su turno de presentarse ante el rey, no pidió nada más que lo que le recomendó Jegay, el eunuco del rey y guardián de las mujeres.
Luego el rey ofreció un gran banquete a todos sus prÃncipes y siervos en honor de Ester, y además disminuyó tributos a las provincias y les otorgó beneficios, como corresponde a un rey.
Cuando se reunió a las doncellas por segunda vez, Mardoqueo estaba sentado a la puerta del rey.
se enteró de esos planes y se lo hizo saber a la reina Ester. Ella, a su vez, le comunicó al rey lo que Mardoqueo le habÃa dicho.
Al investigarse el asunto y encontrarse que era cierto, los dos eunucos fueron mandados a la horca. Y el caso quedó registrado en el libro de las crónicas del rey.